Barbie y la conquista del mundo - Zancada
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Barbie y la conquista del mundo

Instalaciones de Véronique Guionin. Textos de María Elena Blanco, Idalia Morejón Arnaiz, Valeria Melchiorre, Julieta Novelli, Sara Bosoer y Legna Rodríguez Iglesias

Le câlin

 

Jules et Jim

 

La liberté

 


 

EL CURRÍCULUM DE BARBIE SEGÚN VÉRONIQUE.
13 tankas, por María Elena Blanco

 

…….

ARS GENUS(S)

pulsión del gusto
juguetes sin género
como bambi o
sexuados como barbie
bambiguo o barbinaria

BARBI-TÚ-RICA

bárbara y rara
se agarra o se amarra
bramando turba
toca en busca de más
turbia y sola se basta

OBJETO A

empecinada
empachada de pato
de oso y gato
desea cola de chancho
que desea cola de pez

QUADRILLE: CONTRADANZA

la madre muerta
jamás abrió el perfume
robó la carta
con el contraceptivo
ella estrenó tampones

SU PA(R)TO IDEAL

naciendo de sí
en el baño de esperma
suelta sus sueños
de bestiarios secretos
la acaricia un palmípedo

BARBINEIGE

fría se frota
contra el vestido blanco
embalsamado
en urna de cristal
el enanito espera

CURSO LIBRE

incauta atrae
pesca o se deja embarcar
piernas en ristre
empuña algún fetiche
su sonrisa se entreabre

LA AMOR(DUD)OSA

¿me encuentras bella
como BB en Le Mépris?
dice al espejo
¿te gustan mis orejas?
una jirafa asiente

PENÉLOCA

cápsulas, picos
y puntas de zapato
cabalga el pubis
cuyos filos expuestos
ella rebana o teje

BEBE ON THE ROCKS

 besó la copa
en posición pilates
rodillas juntas
orificios abiertos
licores combinados

DO UT DES

violencia dulce
nuda o con armadura
sin pene o pena
ella contra su otra
currículo en común

MACHO CABRÍO

parada estéril
la penetraición
no es no es no
el pobre diablo arranca
una flor de mentira

LÚBRICAS

discretísimas
no las pille en sus juegos
el dios príapo
mojadas tras los tules
lo invitan al festín

 

Roble blanche. Éspérée, rêvée, oubliée

 


 

EL TRAJE NUEVO DE BARBIE.
Intervención de Idalia Morejón Arnaiz

Hace muchos años había una Barbie tan aficionada a la alta costura, que gastaba todas sus rentas en vestir con la máxima elegancia.

No se interesaba por sus soldados ni por el teatro, ni le gustaba salir de paseo por el campo, a menos que fuera para exhibir sus trajes nuevos. Tenía un vestido distinto para cada hora del día, y de la misma manera que se dice de una reina: “Está en el consejo”, de nuestra chica plástica se decía: “Barbie está en el vestuario”.

La ciudad en que vivía Barbie es muy alegre y bulliciosa. Todos los días llegaban a ella muchísimos extranjeros. Una vez se presentó un escritor extravagante llamado Reinaldo Arenas, asegurando que podía crear las más maravillosas ropas de la literatura, cuya milagrosa virtud consistía en ser invisibles a todos los funcionarios de la cultura.

—¡Deben ser vestidos magníficos! —pensó Barbie—. Si los tuviese, podría averiguar qué funcionarios del reino son ineptos para el cargo que ocupan. Podría distinguir entre los inteligentes y los tontos. Nada, que se ponga enseguida a trabajar—. Y mandó abonar a su nuevo estilista un buen adelanto en metálico, para que pusiera manos a la obra cuanto antes.

Sin demora puso manos a la obra; pero en lugar de una máquina de costura utilizaba una máquina de escribir irrealidades. Y comenzó a escribir el abrigo de aire de José Martí que la casa Ponte había diseñado en el futuro, un vestido de cola anti-lodo de la casa Merlin y un misterioso traje estilo Piñera, que todo escritor pobre usaría sin preocupación, aun cuando lo dejara por muchos años en una casa de empeños.

«Me gustaría saber si avanza con la ropa», pensó Barbie. Pero había una cuestión que la tenía un tanto cohibida, a saber, que un hombre que fuera estúpido o inepto para su cargo no podría leer lo que Arenas estaba escribiendo. No es que temiera por sí misma; sobre este punto estaba tranquila; pero, por si acaso, prefería enviar primero a otro, para cerciorarse de cómo andaban las cosas.

«Enviaré a mi viejo ministro de cultura a que visite al escritor —pensó Barbie—. Es un hombre honrado y el más indicado para juzgar de las cualidades de la ropa escrita, pues tiene talento, y no hay quien desempeñe el cargo como él».

El viejo y digno ministro se presentó, pues, en la sala ocupada por Arenas, el cual seguía trabajando en su máquina de escribir irrealidades.

«¡Dios nos ampare! —pensó el ministro para sus adentros, abriendo unos ojos como naranjas—. ¡Pero si no entiendo nada!». Sin embargo, no soltó palabra.

Arenas le rogó que se acercase y le preguntó si no encontraba magnífica la descripción de los trajes. Le señalaba la máquina de escribir, y el pobre hombre seguía con los ojos desencajados, pero sin entender nada, puesto que no sabía leer irrealidades.

«¡Dios santo! —pensó—. ¿Seré tonto acaso? Jamás lo hubiera creído, y nadie tiene que saberlo. ¿Es posible que sea inútil para el cargo? No, desde luego no puedo decir que no he leído los vestidos».

—¿Qué? ¿No dice su excelencia nada de los vestidos? —preguntó El Gran Costurero.

—¡Oh, preciosos, maravillosos! —respondió el viejo ministro mirando a través de los lentes—. ¡Qué dibujos, y qué colores! Desde luego, diré a Barbie que me han gustado extraordinariamente.

Me da buena alegría —respondió Arenas, dándole los nombres de los colores y explicándole los raros diseños.

 

El ministro de cultura tuvo buen cuidado de quedarse las explicaciones en la memoria para poder repetirlas a Barbie; pero no lo hizo.

Desconfiada, poco después Barbie envió a otro funcionario a inspeccionar el estado de los trajes e informarse de cuándo quedarían listos. Al segundo le ocurrió lo que al primero; miró y miró, pero como no leía nada realista, nada pudo entender.

—¿Verdad que es una ropa bonita? —preguntó Arenas, señalando y explicando la forma de su escritura.

«Yo no soy tonto —pensó el hombre—, y el empleo que tengo no lo suelto. Sería muy fastidioso. Es preciso que nadie se dé cuenta». Y se deshizo en alabanzas de los trajes que no entendía, y ponderó su entusiasmo por aquellos hermosos colores y aquel soberbio estilo.

—¡Es digno de admiración! —dijo a Barbie.

Todos los moradores de la capital hablaban de la magnífica escritura, tanto, que Barbie quiso leerla con sus propios ojos antes de que la sacasen de la máquina de escribir irrealidades. Seguida de una multitud de personajes escogidos, entre los cuales figuraran los dos probos funcionarios de marras, un osito de peluche, un enano de Blancanieves, un tigre, otra Barbie y Ken, se encaminó a la casa donde trabajaba El Gran Arenas, quien continuaba escribiendo con todas sus fuerzas.

—¿Verdad que es admirable? — preguntaron los funcionarios de cultura. —Fíjese usted, Dama Única, en estos uniformes y estas guayaberasse apresuraron a decir el ministro de cultura y sus funcionarios, creyendo que el osito, el enano, Blancanieves, el tigre, la otra Barbie y Ken tampoco sabían leer la ropa escrita.

«¡Cómo! —pensó Barbie—. ¡El venerable ministro y sus funcionarios no entienden nada! ¡Esto es terrible! ¿Serán tontos? Sería espantoso».

—¡Oh, sí, es muy bonita! —dijo—. Me gusta, la apruebo—. Y con un gesto de soberana apartó al ministro, que intentaba interponerse entre Barbie y la máquina de escribir irrealidades; pero ella no quería confesar aún que era capaz de leer todos los trajes escritos.

El viejo ministro y sus funcionarios miraban y remiraban los papeles de Arenas, pero no sacaban nada en limpio; no obstante, todo era exclamar: —¡oh, qué bonito! — y aconsejaron que estrenase los vestidos en la feria del libro que debía celebrarse próximamente. —¡Es preciosa, elegantísima, estupenda! —corría de boca en boca, y el ministro de cultura fingía sentirse extasiado con ella.

Barbie nombró a Reinaldo Arenas escritor anticanónico y ordenó que la feria del libro fuese trasladada a las mazmorras del Castillo de un Solo Estilo, donde desfilaría con su nuevo vestuario sobre cien cocodrilos africanos entrenados para engullir realismos.

Durante toda la noche que precedió al día de la inauguración de la feria, Reinaldo Arenas estuvo levantado, con dieciséis lámparas encendidas, tecleando la letra x. Finalmente dijo: —¡Por fin, la ropa está lista! —y levantando los papeles como si fueran cortinas movidas por el viento, dijo:

—Este es el abrigo. Ahí está el vestido. —Aquí tienen el traje… Las prendas son ligeras como letras menudas; uno creería no llevar nada sobre el cuerpo, mas precisamente esto es lo bueno de mi escritura.

—¡Sí! —asintieron todos los funcionarios de la cultura, a pesar de que no podían leer ni una letra, y de inmediato se encaminaron al Gran Vestidor de los Estilos, que era el palacio de Barbie.

—¿Quiere dignarse, magnífica Barbie, quitarse el traje que lleva —dijo el ministro de cultura— para que podamos vestirle el nuevo delante del espejo?

Barbie se quitó sus prendas, y los funcionarios simularon leer lo que Arenas había terminado de escribir poco antes, pero lo cierto es que solo repetían: gua-ya-be-ra, u-ni-for-me, cha-rre-te-ras, y esperaban que tales palabras cubrieran el cuerpo de Barbie. Arrebatando los papeles de las manos del ministro y sus consejeros, Barbie rectificó: ¡Pi-ñe-ra! y en el acto un traje negro tragedia la vistió por dentro, enseguida pronunció otro nombre: ¡Mer-lin! y un vestido de cola revoloteó en su imaginación; por último, se cubrió el alma con las palabras “abrigo de aire”; y Barbie toda era dar vueltas ante el espejo.

—¡Dios, y qué bien me siento, me veo estupendamente! —concluyó Barbie—. ¡Vaya palabras y vaya colores! ¡Son unos trajes preciosos!

—Muy bien, estoy a punto —dijo—. Y se volvió una vez más de cara al espejo, para que sus lacayos creyeran que las vestimentas eran reales.

El viejo ministro y los funcionarios por nada del mundo hubieran confesado que no veían nada, mucho menos dirían a Barbie lo inapropiado que era salir de casa sin guayabera o uniforme.

Y de este modo echó a andar Barbie hacia la feria del libro, completamente desnuda, sacudiendo los papeles de Arenas en el aire, para que toda la ciudad supiera que a sus vestidores había llegado un nuevo estilo, mientras el gentío, cansado de leer siempre lo mismo, desde la calle y las ventanas, decía:

—¡Qué preciosos son los vestidos nuevos de Barbie! ¡Qué magnífico abrigo! ¡Qué hermoso traje! ¡Qué vestido!

Los funcionarios temían que los seguidores de Arenas se diesen cuenta de que nada entendían, para no ser tenidos por incapaces en su cargo o por estúpidos. Ningún traje de Barbie había tenido tanto éxito.

—¡Pero si no lleva nada! —exclamó de pronto un poeta experimental.

—¡Es un traidor el que dice que Barbie no lleva nada! —vociferaba el ministro de cultura.

—¡Pero si no lleva nada! —gritó al fin, el pueblo entero.

Aquello alegró a Barbie, pues sabía que en materia de irrealidades los lectores de Arenas llevaban la razón; mas pensó: «Hay que aguantar hasta la inauguración de la feria». Y siguió más altiva que antes, dignísima en sus trajes escritos; y los funcionarios seguían repitiendo el nombre de las únicas ropas que conocían, sin sospechar que se acercaban a su final.

Nota: Para la intervención de este cuento, Idalia Morejón Arnaiz llegó a un acuerdo con Hans Christian Andersen, en São Paulo, el 3 de noviembre de 2024.

 

Suis-je toujours belle?

 


 

BARBIE BARBIE DEBAJO ESTOY YO BARBIE.
Intervención sobre los Diarios de Alejandra Pizarnik, por Valeria Melchiorre

Millares de mujeres con los labios pintados. Cada una tiene un rouge rojizo y un espejo. Cada una se ha plantado frente al espejo, se ha pintado cuidadosamente, corrigiendo con los dedos o con un pañuelito los errores cometidos. Labian porque casi no han de comer, o eso les dicen que hagan: tomá sopa, tomá sopa y así tragan. Algunas con solfa, otras con lápiz del bueno. La noche las trastoca, total lo que no daña labian. Mejor labio en mano que ciento en el ropero. Labia me sobra pero antes muerta que mal entretenida. Ellas saben lo que hacen. Saben lo que tejen. Dejan rouge en el cuentagotas, en el hervidero, en el tocador ese; yo no, pero no me quejo. Algunas usan sombrero. Han cuidado de ponérselo bien, cosa que no esté ridícula. Usan como flor de fleje, como lámpara de lujo una lágrima que otra. Se paran sobre ese truco, les sirve de eje. Bajan para separase y se reparan. Cuando se casan de nuevo, escupen sus labios de forma prolija. Hay una rabia para cada caso.

 

Luego una mujer embarazada que oculta su protuberancia abdominal bajo un amplio tapado. ¡No importa la estética! Procrear. Procrear. Ojalá que no sean niños lo que le salga, ¡que salgan muñecas y se llenen los jardines de seres celestiales!

 

Pienso que cada hombre que pasa tiene un falo y en él varios seres en potencia. Pienso que cada mujer que pasa tiene su propio útero apto para portar seres. ¡Y siguen pasando! ¡Y siguen!

Esto ya es una fábrica. Hacen juguetes todos iguales. Labios. Todos iguales. Rostros. Todos iguales. ¡Hiergo (sic) mi cuerpo! Miro el cielo y me siento trascender. Me siento llamada, supremamente llamada. ¡He de crear! Es lo único importante en el mundo. Agregar algo. Dejar algo. No importa si es de plástico. Mejor si es rubio y si es delgado. Dejar algo que no sea mi página de IG.

Me siento Barbie. Como conejos y barbitúricos. Me siento como Barbie y dejo para siempre de comer.

 

J’ai deux amours

 

Maternité

 

Vacío absoluto. Mis amigos robots me han abandonado. Se han hecho poetas, o fue al revés. Ya les salieron huevos igual de cuadrados. Mascaritas, pelos, patos. Yo no los necesito. Respiro donde no haya garabatos. Soy una poeta cibernética. Una máquina de hacer poemas con palabras automáticas. Quiero que mi obra sea galardonada, ser la mejor poeta de la lengua castellana. ¡Y de premio me prometen un viaje a París!

 

La Parisienne

 

El último capítulo estará impreso en papel rojo con caracteres azules y blancos para indicar que la autora murió en París. Apuntó a París su estrella, pero en el sur de California parió su raza privilegiada. Esta marca primigenia la contrajo: no es judía ni tiene granos, y abajo de ella subyace el nombre de B. Esta será su autobiografía no autorizada, su catarsis necrótica. Las ventas alcanzarán cumbres inusitadas. Un crítico le dará la palma de oro y otro un anticipo del premio goncourt. En la tapa y en la portada habrá fotos de ella y el interior tendrá ilustraciones alusivas como ser una vieja en un triciclo tocando desaforadamente el timbre del manubrio; una niña con dientes de perro, pico de pato salvaje y sombrero de plumas humanas; una muchacha en una bañera metiéndose barcos de jabón en el sexo y, por fin, una pareja haciendo el amor en todas las posturas imaginables sólo por una imaginación fabulosa como la de la autora; nadie me verá a mí, tal como soy, haciendo el amor y haciendo el odio, con una brutalidad que hace saltar las puertas de sus goznes, caer los tejados, dilatar las casas hasta que explotan quedando luego todo en ruinas sobre la pobre pareja de la que sólo quedan los genitales unidos y mojados aún en medio del silencio de las ruinas, funcionando aún como ratas trepando por lo sórdido de un lugar abandonado y misterioso. No cejará el poder de mi bramido rosa. Tiene la ventaja de ser apoteótico. Con él entretengo mientras traigo el manto de la destrucción.

 

Sexy bath

 


 

TODO LO LINDO.
Poemas de Julieta Novelli

 

Una muñeca dentro de un frasco, deja
ver su acrobacia pícara y plástica de
forma con sus formas todo lo lindo.

En la mesita de luz descansan
Barbie y un Power Ranger azul.
Se tocan la punta de las manos
practican un baile simple
humanizado por mi
mente humana. Cuando
los miro, siento que algo
canta mientras duermo
unos pasos cortos marcan
el ballet bajo la lámpara
como dos animalitos
cansados se empujan
mañana a lo sumo
lo mismo, no
hay beso, al fin.

 

L’affrontement des fantasmes

 

Armé la escena
dispuse los cuerpos
de plástico y miniaturas.
Ella acostada sobre
la tapa de un frasco
con una jirafa realista
chupando sus piernas.
Si vieras amiga lo que es
diseñarías con pequeñas manos
tu propia fantasía.

 

Ma meilleure amie

 

Cuántos superhéroes pedorros
se necesitan para agarrar a esta
Barbie tremendamente sexy.
Cuántas veces más vas a intentar
con tus chiquitines desarmar
nuestra gran alianza independiente.

Los enanos y las barbies son familia
juegan en mi habitación a la pelota
no se tocan, no se desean, no
necesitan privacidad ni fantasías.
En cambio, buscan reglas para
cumplirlas, juegos para
ganar, y así los días
pasan sin besos ni caricias
a veces se tiran de una caja
a otra, caen en seco, se
desangran, digo, una pierna
aparece suelta cerca
hasta que alguna pieza
se pierde para siempre
y solo quedan formas
sueltas que no
nada.

 

Sécrets D’Alcove

 

Sos bárbara, Barbie
la civilización jamás
logró disciplinarte.

Tu belleza hegemónica no es
más que una fachada para tu
erotismo universalmente letal.

Sos la reina de la huida
una chamana que juega
entre animales salvajes y
enanos del bosque en
las tolderías, más allá de
la ciudad, susurran tu nombre.

Sos bárbara, Barbie
toda tu estirpe empleará
los músculos heredados para
montar a pelo la pampa argentina,
un medio galope bárbaro
capaz de mover toda la tierra
la mesa, la casa, y nuestras ideas
se pondrán juntas a temblar.

 


 

CITAS RECOPILADAS POR MI MUÑECA ARTICULADA.
Intervención sobre citas de las películas de Barbie, por Sara Bosoer

 

Barbie vive en los corazones de todas las niñas
que crecimos con ella
ahora que Barbie es un símbolo de lucha feminista
anoto sus frases y las cuelgo con imanes de la heladera
usos marcadores al agua para copiarlas en los vidrios
las leo todos los días intento memorizarlas
Barbie me motiva
cuando alguna cosa no anda bien
a veces solo necesitamos un poco de inspiración

no tengo nada grande planeado
solo una fiesta
una coreografía ensayada apenas
una canción a medida. deberías venir

mi barbie se llamaba Dina era una muñeca articulada
venía con una patineta amarilla y un traje plateado
sus botas altas eran subyugantes

cuando te vestís con confianza
no hay límites

en esa época no lo sabía pero había barbies originales
y había barbies copias como las mías

lo que te hace diferente podría ser tu mayor
fortaleza dice Barbie en Un cuento de sirenas
del año 2010

la palabra truchas también me llegó
más tarde

soy la que imagina no
esa que otro imaginó

Dina estaba siempre vestida
las articulaciones y marcas de sus partes giratorias
eran visibles y raras
Dina era contorsionista

dentro tuyo
hay una estrella
vení dejá que salga
descubrí lo que hacés
gritá. aquí estoy

las barbies tienen los alambres ocultos
adentro del plástico
y la piel lisa

la verdadera belleza
proviene de adentro pero
un vestido bonito no
hace daño

un día del niño me regalaron a Kelly
venía con una hijita las dos usaban calzas
rayadas con los colores de san lorenzo

las madres nos quedamos quietas
para que nuestras hijas puedan
mirar atrás
y ver

me usaban como a una muñeca de trapo
dice la señora a la que su compañero drogaba
para violarla mejor

por qué Barbie no me habló del patriarcado

me estás preguntando si esto
es en serio

tal vez todo
lo que creías
que formaba
la persona
que sos no
eres

sé siempre vos misma
a menos que puedas
ser una Barbie. entonces
sé una Barbie

 

Femme éternelle

 


 

LA BARBIE QUE CONOCÍ ES COBRADORA DE IMPUESTOS
por Legna Rodríguez Iglesias

 

Meses atrás, el escritor y traductor Paul Seligmann rechazó los servicios de una abogada porque era sirena y ofrecía sus servicios bajo el agua. La productora de Paul Seligmann se molestó con Paul Seligmann por su negativa y casi lo culpó de algún tipo de disgusto.

Paul Seligmann no se imaginó teniendo una reunión de trabajo desde la superficie o cerrando algún pacto de negocios en el escritorio de una pecera. A pesar de su inclinación por las actitudes estrafalarias, Paul Seligmann no se imaginó firmando una tax form con un bolígrafo acuático.

Yo no tuve muñeca Barbie porque cuando apareció ese tipo de juguete ya había leído La cuerda floja, de Lygia Bojunga Nunes, y Los pájaros de la noche, de Tormod Haugen. Estaba a punto de leer los dos tomos de El Idiota.

Me había convertido en una niña rara a la que no le gustaba demasiado nada que estuviera de moda y me parecía incómodo que aquella muñeca rubia fuera una mujer adulta las 24 horas del día con una sonrisa perenne en la cara, los senos grandes y sin ombligo.

La única Barbie que he tenido de verdad, se la regaló Rogelio Orizondo a mi hijo. No tenía cabeza. Aún la conservamos y le ponemos distintas cabezas que no son cabezas.

Por ejemplo, le encajamos en el cuello una pelota de pingpong a la que luego le dibujamos un ojo, una cara feliz o lágrimas negras con marcadores Whashable. La muñeca Barbie está triste. Qué tendrá la muñeca.

Mucha gente ha visto Barbie, la películo y no le ha gustado. Mario Gutiérrez, uno de los choferes de mi equipo de trabajo, vio Barbie, la película, y le pareció graciosa. Rogelio Orizondo vio Barbie, la película, y me dijo: morí.

La escritora y traductora Katerina González Seligmann, hija de Paul Seligmann, ha estado haciéndole entrevistas a Edmundo Desnoes y dice que el hombre tiene una colección de muñecas. Yo quiero escribir sobre Barbie, la película, sin haberla visto. Sabiendo que tal vez no la veré nunca. Al mismo tiempo, R me mandó un recorte de revista donde leí: “Arduas e inútiles discusiones teológicas han girado en torno a la escabrosa cuestión de si Adán y Eva tenían o no ombligo. No obstante, basta pensar en las obras del Renacimiento o mirar nuevamente nuestras estatuas del cementerio para constatar que, a menudo, nuestros primeros progenitores llevan su nudo en la barriga, marca irrefutable de que alguna vez estuvieron unidos a una madre. Todo nace alguna vez y siempre hay un antes”.

Escribo Ryan Gosling y es como si tuviera delante a un juguete. El hombre que siempre tuvo una novia juguete, Barbie. No tengo que ver la película más taquillera del momento para escribir sobre la película más taquillera del momento. De hecho, todo esto es para ensayar cómo se escribe sobre algo sin haberlo visto. Para ensayar la especulación.

Porque la primera vez que vi a Ryan Gosling en una película fue junto a una Barbie que era su chica. La chica real de Lars.

Ryan Gosling era Lars y no era sociable. Se compró una muñeca de su tamaño para saber lo que era el amor. La muñeca estaba desinflada y Lars la infló para saber lo que era el amor. Lo que era todo.

Así que a Ryan Gosling o a Lars se le nota que ha tenido tremenda suerte en la vida. Una suerte perfecta junto a mujeres o representaciones de mujeres que no tienen nada que ver con Barbie y sí con la presencia del ser humano abatido, dudoso y molesto, que es uno en realidad. Un ser humano la mayoría del tiempo infeliz.

Porque en mi imaginario, que puede ser el imaginario de cualquier persona de mi edad, Ryan Gosling se convirtió para siempre en Lars y yo no vi más a Ryan sino siempre a Lars, en distintas situaciones amorosas, dramáticas, de la vida.

Aunque cuando Ryan se convirtió en Dean y se negaba al divorcio contra Michelle Williams alrededor del 2010, dejó de ser Lars durante unos años para ser Dean y cargar a su hijita sobre los hombros y cargar a Michelle Williams sobre los hombros y tratar de salvar lo insalvable. Era Blue Valentine, inolvidable.

Aunque dos años después, cuando se convirtió en Luke con una chaqueta roja, desafiando la gravedad en una moto dentro de una esfera metálica, dejó de ser Lars para ser Luke.

Eva Mendes + Luke = Love. Eva Mendes y Luke tienen un hijo. Un policía mata a Luke. Ryan Gosling vuelve a ser Lars.

Meses atrás íbamos en el Chevy mi novia y yo por la 24 Street, como si fuéramos Eva Mendes y Michelle Williams sin Ryan Gosling o Lars. Una muñeca Barbie estaba parada en la acera anunciando al Mago de los Impuestos, que debía ser su manager.

La pobre Barbie en Westchester con aquel anuncio purple, umbilical, atornillado a su plexo bajo el sol de la Florida. Frenamos y nos bajamos para mirarla de cerca. Tenía que convencerla de abandonar su trabajo. Su trabajo no era justo. ¿Pero qué trabajo es justo?

Conversamos un rato con la Barbie y le pedimos permiso para tomarle una foto. Mi novia tomó una foto mientras yo hacía un video del anuncio con tornillo. No logramos convencerla de nada contrario a eso. En Miami, como mínimo, hay que hacer lo que hay que hacer.

Ya yo había hecho los taxes, desde enero, pero la Barbie quería que anotara su contacto. Para el próximo año, Book Driver, oí que me susurró. También me paré a su lado y recosté mi cabeza. Qué caliente el hombro plástico.

Ahora que la fiebre Barbie ha regresado, sería justo que nuestra Barbie anunciara titulares sobre Barbie, la película. Imagínense lo bello de una muñeca en la acera, con pantalones a cuadros y una sombrilla si llueve, anunciando a los choferes:

  • Argelia prohíbe Barbie casi un mes después de su estreno.
  • El radical mensaje de la película Barbie: todos necesitamos más “Kenpatía”.
  • Karol G, Shakira y más: ¿qué artista latina debería ser la próxima Barbie?
  • Kuwait y Líbano vetan Barbie por cuestiones de género y sexualidad, antes de estreno en la región.
  • ¡Barbie arrasa en taquilla! Logra la mayor recaudación de estreno del 2023 en EE.UU.
  • Crítico de cine cristiano advierte sobre el contenido alarmante de la película de Barbie.
  • Barbie y Oppenheimer se llevan la taquilla en EE.UU.
  • Barbie transmite un mensaje feminista adornado con todos los accesorios adecuados.

De hecho, cuando mi novia y yo nos enamoramos, pensé que su cuerpo era tan perfecto como el cuerpo de una Barbie. Delgada, tonificada y levemente andrógina, como una Barbie habanera fotógrafa, poco convencional y sin trabajo fijo.

De hecho, mi novia tenía el pelo largo cuando nos enamoramos y, cuando mi hijo la conoció, le preguntó si ella era Rapunzel (un tipo de Barbie-Disney).

Yo sigo pensando lo mismo de su cuerpo. De hecho, mi novia es mejor que Barbie y que cualquier interpretación de Barbie, porque tiene un ombligo en el medio y ninguna sonrisa perenne en la cara.

Nota: el presente texto apareció por primera vez en Hypermedia Magazine: https://hypermediamagazine.com/columnistas/53-noviecitas/la-barbie-que-conoci-es-cobradora-de-impuestos/

 

Masculin/Féminin


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