Bastara un embrujo
por Ana Claudia Díaz
bastara un embrujo
para la desolación
de súbito el recuerdo
repitiendo las excusas
del propio limite
como un credo
profesabas un lenguaje
que aún persigo
entre otras cosas mudas
que aun así
acortan la distancia
el suave olor del perfume
que se siembra, la estela
del aire arrancado de la piel
haciendo de cuenta
que el delirio se esconde
solo en rededor
desvelada espío las astas de los bueyes
hasta verlas fosforecer con la noche
como un bumerán
que va y vuelve
dentro de la desesperación
sobre una línea punteada
se estiraba la voz al roce, manso
pareció entibiarse entre los yuyos
quemarse sobre el iris de los eucaliptos
en rededor de los rosales
murmurando
sobre la orilla
sobre sus bordes
un halo tornasolado
una visión
como quien venga
al infinito
persiguiendo la estaca
del ácido cielo azul
en un desaguadero rocoso
la sombra del cordero
lleva una ventaja
deja llenar el horizonte escarpado
de cañaverales a contraluz
sobre el ansia florecido
en el trance del silencio
en el bamboleo de la hojarasca
en la misma cresta colorada de la mañana
del tartamudeo
solo el sudor
de la inmediatez
su enroscado
espesor, su karma
la suave dinastía
de la rabia
vencida en la batalla
el lobo mostrándose
el tiro bajo la cama
abordando la sentencia
en el voceo
en la proximidad
jadeo atrapado
en el rebote de las flores
en el reboque de la trama
en la serena conmiseración
en la severa audacia
en el escrache
de los peces plateados
insensibles al fuego
en el disparo
sombrío y sátiro
amoratado
sobre la visión
es verdad
lo que haces ahora
cuando yo acecho el estadío
vos manchas de amor
el furor atascado
sobre el avisorado trote
de la luciérnaga
por Caro García Vautier