Chelsea Series - Zancada
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Chelsea Series

por Juan Luis Landeta,
poemas de José Ramón Sánchez Leyva

 

Chelsea Series #17, acríclico sobre lienzo, 36 x 47 pulgadas, 2022

 

Chelsea Series #19, acríclico sobre lienzo, 30 x 50.5 pulgadas, 2022

 

Chelsea Series #33, acríclico sobre lienzo, 42 x 31 pulgadas, 2022

 

Chelsea Series #37, acríclico sobre lienzo, 41 x 37 pulgadas, 2022

 

Chelsea Series #44, acríclico sobre lienzo, 28 x 33 pulgadas, 2022


TRES POEMA ESCRITOS EN LA CIUDAD DE GUANTÁNAMO
de José Ramón Sánchez Leyva


LA NARIZ GANCHUDA DEL SEMITA

 

La nariz ganchuda del semita
es la nariz ganchuda del poeta
que con el dinero (escaso)
de los (indecentes) poemas
se compró un reloj Casio F-91W
y un puñal negro sin marca
en las tiendas de Caracas.

Suficiente para ser devuelto a Gitmo
con estatus de “combatiente enemigo”
de cualquier lado de la cerca.

Se sabía culpable del puñal y los poemas.
 No sabía que los Casio
 distinguían a Al-Qaeda.

Cualquier distorsión de la obediencia
(un puñal, un reloj, un paquete indecente de poemas)
te puede vestir de condenado a muerte.
 El puñal en su funda,
 el Casio sin pila,
 la nariz ganchuda
buscando problemas.

 


EL HOMBRE DEL DESIERTO

No se humaniza al hombre del desierto.
Se le encierra y se le quitan todos los derechos,
excepto el derecho a ser “combatiente enemigo”.
Los cuidados del hombre del desierto
son los cuidados que dan a los locos furiosos
y a los asesinos en serie: cadenas en las manos
y en los pies, vigilancia cada tres minutos,
aislamiento y trajes de condenado a muerte.
Semejante protocolo es el vértice
del humanismo cristiano occidental:
libertad para luchar por cualquier medio
las guerras convenientes.
El hombre del desierto, superado,
sobrevive en el confort de su enemigo.
Guantánamo es la máxima atención
que pueden ofrecerle: un millón
de dólares anuales y la cuenta subiendo,
por un número de años incalculable.
Cuando todos seamos “combatientes enemigos”
se van a terminar semejantes exquisiteces.


SHORT MESSAGE

 

Poetas novatos como todos nosotros,
los presos musulmanes apenas ven lo que los rodea.

Escribir significa menos liberarse a sí mismo
que indicar las buenas condiciones de la cárcel.

Constrúyete una cárcel de palabras
y olvidarás más fácil la cárcel que te rodea.

Si te convence a ti mismo
qué importa la condena de los demás.

¿Y qué poemas escriben
los marines que los cuidan?

Un poema llamado “Submarino”
y un poema llamado “Alimentación a la fuerza”

[nena estoy bien: hoy le he sacado a golpes
la verdad a 1 sarraceno].

Aunque al poder le conviene la prosa,
si se pone cachondo manda versos.

No es lo mismo venirse en un Nokia
que en vasitos de poliestireno.

 



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