El habla del vino - Zancada
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El habla del vino

por Léonce Lupette y Raúl Andrés Cuello


EL HABLA DEL VINO
por Léonce Lupette

 

JAN PLAČEK, CUVÉE PRIMIERA 2015, POZDNÍ SBĚR, 70 % SAUVIGNON Y 30 % RULANDSKÉ BÍLÉ, 13 %

Debería estar en Jihlava, pero deambulo por la frontera polaca; el calor, por supuesto, más fuerte que debido. Me tiran carambolas, y sé que acá se hace la buena manteca del campo, con leche de vacas que comen los pastos florales. A mí mismo me quieren transformar en vaca, porque como si nada me crece ciboulette entre los dientes, hasta la garganta. Sí, roulette, apostaría al rojo, por tanta falta de acidez, y más aún de dulzura. Untuosas palabras, y tanta generosidad, ya entiendo: el puerro recuerda que nunca me deje timar. Los cardos florecen suspicaces.

 

SAL DE AQUÍ, GOSE, SAL PATAGÓNICA & ROSA MOSQUETA, 7,7 %, 15 IBU, SRM, 7

Al final caen nueces. Escondido se habían dentro de las sandías litorales, sandías lascivas ojeando un platito con barquitos de melón envueltos en jamón serrano. El conurbano, y varias provincias, se entremeten, navegando, por los adoquines santelminos, y con unos trombonazos la mosqueta oscurece. Al final, caen las nueces.

 

CALLE CONTASTINI, MALBEC & PETIT VERDOT & CABERNET FRANC, PARAJE ALTAMIRA 2018, 13 %

Mamón, que no é pa` mamertos ni mamáus. No hace falta subir escaleras para ya encontrarse en estas alturas. La cosa es bajar. Un baile. Pero; la alegría del cobre, joven en la cúpula, antes de, ni siquiera llegando a: ¡oxidarse! ¿En el campanario de qué catedral te has metido, Lupette? Hasta hace un ratito, todo parecía tan fácil, tan tropical, ligero y ahora: cobre va cobrando, y pomelo – claro que te iban a hacer acordar la mañana …

 

HÉCATE, VERMUT BLANCO, SECO-FLORAL, MATÍAS HEER, 17 %

Hierbas que parecen no pertenecer. Tardes. Francesas e infantiles. Me corrijo: lo que no pertenece soy yo, o mi lengua. No se sabe si están exiliados los yuyos, los pastitos, si mi boca. Lo que entra y sale de esta cueva es el exilio mismo, mi barcocaballo, multifurcación macerada en vestigioso camino, aunque alguna engravadura quiera hacernos creer que sea la Camarga. & menos amarga.

 

DIVERSO SYRAH, MATÍAS MICHELINI, GUALTALLARY 2013, 14,5 %

Sale saliva que se petrifica justo antes de encontrar las palabras. ¿Quiénes son los dinosaurios y dónde están? Los habré dejado en un bac-à-sable, en aquel, Nonnenstieg/Stauffenbergring. Paladar paladando en búsqueda del paleolítico de mis papilas gustativas. Cretácicos intervienen los camellos de los reyes magos: sin decreto, se anticipa navidad, y me regalan regaliz. & unas ramas de zarza, para fogatita en ese terreno frío, ralo & austero, hostil. Mientras, la tierra, casi mojada como después de una tormenta estival, asuncena, remonta aletas nasales, y yo busco el pizarrón perdido que corresponde a esa tiza. No hay congruencia entre el documento de identidad y los despliegues. Polvo de dientes molidos se asentará a moler mi esmalte dental.

 

PASACANA VINIFICACIÓN INTEGRAL 2014, 70 % MALBEC, 15 % CABERNET SAUVIGNON, 15 % SYRAH, BODEGA DUPONT, MAIMARA, JUJUY, 15,7 %

Han falsificado el Norte. Gobiernan metales y ahuman las expectativas. Las frutas hesitan, fruncen, y, finalmente, deciden que son del Sur. Hojas solanales se han puesto los zapatos de la frescura materna, pero terminan ajustándome el cinto en la lengua. ¿Quién tendrá más largo aliento, se quedará último respirando? Tictac. Tictac. Tictac. Tictac. Tic

 

MONTCHENOT, VINO TINTO FINO, MENDOZA 1989, 12,7 %

Alles ziert sich, warum holst du mich hier raus. Die Walderdbeeren waren anständig Pilze sammeln, Marmelade zu werden hatten sie sich angeschickt, doch ich machte aus ihnen Punsch. Die Füchse bringen kalten Feigenkaffee mit Cognac zum Plausch, und kalt ist von ihren Zigaretten die Glut. The punches change, still there is punch after punch. Aufmüpfig werden die Erdbeeren, aufständig. Im Hintergarten legen sie Paprika auf den Grill.

(una posible traducción de eso sería: Todo se hace rogar, ¿por qué me sacás de aquí? Los frutos del bosque están pasables juntar hongos, para convertirse en mermelada han sido enviados, pero hice de ellos un punch. Los zorros traen café de higos al cognac frío para la … y frío está el calor de sus cigarrillos. The punches change, still there is punch after punch. Las frutillas hacen un levantamiento, gruñen. En el jardín tresero tienden páprika a la parrilla).

 


ETIQUETAS
por Raúl Andrés Cuello

 

Hacer el recorrido del cuaderno es revisar la progresión de un propósito: acumular incesantemente etiquetas frontales de los vinos para que, en principio, anote impresiones, almacene recuerdos, contraste las relaciones técnicas y sensoriales.
El objetivo se estropea a las pocas semanas.

 

 

El acopio de etiquetas (de vinos bebidos) sigue su curso, pero el impulso inicial de anotar la información correspondiente fracasa. Se impone, como suelen hacerlo los mandatos tácitos, las referencias a libros abordados, las frases que justifican una escritura, la consagración al campo de las dos dimensiones en donde el quehacer se vuelve memorable, traspasa el papel.

 

 

Avanzo sobre lo hecho y algo percute: la sensación de que, en verdad, las etiquetas imponen su derecho a la negatividad, a reflejar lo contrario al propósito por el cual fueron diseñadas. Me topo con imágenes de viñedos, con nombres de santos improbables, con deidades precolombinas, con patrones que bien podrían pertenecer a empapelados de edificios históricos, animales de granja, osados châteaux, niños ángeles, mundos distópicos y al fin una comunicación entre etiquetas que prescinde de un espectador dispuesto a intepretarlas; hablan entre sí con una autorreferencialidad pasmosa. Con Mallarmé podríamos pensar que ellas al fin se convirtieron en un fenómeno de representación para consigo mismas.
Se volvieron una ‘cosa’.

 

 

Urge una duda: ¿será acaso que a través de la representación-velo, una no representación ligada a un significante obtuso, se halla el verdadero secreto de lo que está dentro de la botella?

 

 

Durante un año probé los dones de un sinfín de vinos, una miríada de destellos sensoriales, tacto-olfativos, de resplandores de teja y barro, de tanino débil, a veces complejo como el patrón fractal que describe la hoja de vid en sus ramificaciones microscópicas.

 

 

Una etiqueta es un símbolo y una potencialidad; anida el propósito último del elaborador y el espejo de su angustia en tanto elaborador. Siempre hay un ideal esquivo, que no se alcanza, ya que como buen producto de orden biológico, el vino también evoluciona.

 

 

Toco cada una de las tramas: son códigos sin mensaje, galimatías de ensueño, pequeños oficios, juegos del artesanado. Una mancha de cálido Syrah recorre el largo de una etiqueta y me hace pensar en los hilitos de sangre, en la voluntad que se escurre y cuyo gozoso declive prefigura un golpe de efecto.

 

 

A medida que el vino se agota renace la esperanza de descorchar otro. Lo que viene luego es un manto aterciopelado que gana terreno en el paladar, desea (deseamos) que se quede a vivir hasta el próximo trago. Hasta el futuro y cercano gluglú que invita, como la poesía de Montale y de Lihn, de Ainbinder y de Ponge, a una fiesta, pero menos de sentido que de tensión. Tensión interna además, que desciende por elevación: el vino baja, el pedo sube.

 

 

Las etiquetas buscan quizá lo mismo que nosotros, dar con la razón que nos preserve en el corto lapso que hace a la existencia.

 

 



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