El palíndromo revolucionario no tiene revés, o diatriba contra el concepto ampliado de palíndromo
por Eduardo Orenstein
Cuando decimos que los palíndromos son finitos es porque son los del idioma castellano y el usado por sus hablantes. No sabemos cuántos palíndromos puede descubrir el Sr. Spock en Klingon o Vicente Mario Di Maggio en el lenguaje que invente, pero en castellano, son finitos. Pretender que una supuesta imaginación de un hablante legitima una expresión es como admitir que el Génesis es tan válido para explicar la diversidad de vida sobre la tierra como la teoría evolucionista.
El palíndromo que nos interesa es el castellano, el científico, el que logra la maravilla como llave hacia lo numinoso, porque es a partir de él que adquiere la fuerza subversiva que lleva a un universo paralelo y a la realidad irreal. Sin realidad real, (doblemente real por la “Real Academia”) todo vale, no hay subversión. Todo está supeditado a la “loca” creatividad, y como todo es posible, todo es inocuo. “ALOCADA CASA ASA CADA COLA”, es perfecto desde el punto de vista lingüístico, ortográfico y sintáctico, no obstante, sugiere algo imposible. Así se abre una brecha hacia otro universo posible, y la pintura con la imagen extraña de esa situación, la hace real. Alguna de estas cuestiones las he señalado oportunamente en mi ensayo “El palíndromo y la cábala”. 1
Pretender que el universo y la cantidad de palíndromos son infinitos porque la cifra combinatoria es tan grande como las posibles jugadas de ajedrez (que parece que son un montón), y es una cantidad inconcebible, por lo menos para Vicente Mario Di Maggio, no provoca más que risa, como la del pueblerino que no imagina el mundo más allá de donde van sus cabras.
El descubrimiento de palíndromos de la lengua castellana puede llevar a un número menor que el de las galaxias o estrellas. No sabemos la cantidad exacta de unos y otras, pero pretender la infinitud basados en una supuesta libertad creativa o imaginación del palindromista para inventar interjecciones y nombres propios, es como reducir la concepción del universo al sentimiento, a la percepción ignorante, a la tierra plana sostenida por tortugas, al mundo creado en 6 días, a su creación en el año 4004 AC, porque ahí lo lleva la mente libre del que lo piensa.
El palíndromo de interjecciones, de alteraciones ortográficas, protagonistas irrelevantes, no abre ninguna puerta. Es apenas un ejercicio similar al de los que acumulan records Guiness, o comen un frasco de mostaza para deleitar a sus seguidores en las redes: una estrategia funcional al sistema, al consumo, un intento de neutralizar la subversión con diversión estrambótica o bailecitos de tik tok. El palíndromo revolucionario no tiene revés.