Pintar, escribir, nombrar
Sobre “¿Por qué no soy pintor?” de Frank O´Hara.
por Liliana Ponce
1.
POEMA
¿Por qué no soy pintor?
No soy pintor, soy poeta. ¿Por qué?
Supongo que preferiría ser pintor, pero no lo soy. Bueno,
por ejemplo, Mike Goldberg
está empezando un cuadro. Voy a visitarlo.
Sentate y tomá un trago, me dice.
Tomo, tomamos.
Levanto la vista. “Allí pusiste Sardinas.”
“Sí, necesitaba algo ahí.”
“¡Ah!”. Me voy y pasan los días
y paso otra vez a visitarlo. El cuadro
está avanzando …. Y me voy y pasan
los días, y voy a visitarlo. El cuadro está
terminado. “¿Dónde está Sardinas?
Todo lo que queda son letras
sueltas.” “Era demasiado”, dice Mike.
Pero ¿y yo? Un día pienso en
el color naranja. Escribo una línea
acerca del naranja. Pronto hay toda
una página de palabras, no de versos.
Luego otra página. Debería haber
allí mucho más, no del naranja,
de palabras, de cuán terrible son el naranja
y la vida. Pasan los días. Y hasta está en
prosa. Soy un verdadero poeta. Mi obra
está terminada pero todavía no mencioné
el naranja. Tiene doce poemas,
y la llamo Naranjas. Y un día, en una galería
veo el cuadro de Mike, se titula Sardinas1.
Versión L.P.
La pintura
Mike Goldberg: Sardinas (1955)
I
Este poema de Frank O´Hara, al que volví una y otra vez (creo que como muchos otros lectores), no deja de inquietarme. Lo que puede desviar, a simple vista, el arriesgado cuestionamiento que propone O´Hara, es la línea sencilla, casi flotante, que organiza sus versos; y el tono coloquial, la simpleza de su vocabulario y la teatralización de las escenas que hilvanan una historia en breves secuencias –secuencias que funcionan como una exposición de enunciados.
Frank O´Hara pareciera emplear una compactada mayeútica, para observar el proceso creativo de dos artistas hasta llegar, en la última instancia, a la decisión de nombrar su obra. Recordamos que la mayeútica –el método filosófico socrático– se basa en el diálogo que intercambian maestro y discípulo, en el cual afirmaciones, negaciones y refutaciones, conducen finalmente a la verdad. Aquí, las premisas se construyen en los pasos temporales del pintor que va elaborando su cuadro, y en los del poeta que va escribiendo su(s) poema(s); en una parcial demostración, el sujeto poético (remarcado siempre en una primera persona), se reconoce poeta. Pero ¿cómo llegó hasta allí?
No se dan razones como vocación, talento, habilidades. Se trata, en realidad, de una condición inefable que excede la categoría de la forma del discurso utilizado (prosa o verso), y que no es determinante para escribir poesía. O´Hara pareciera decir que ser poeta es elegir las palabras, las oraciones, en lugar de las figuras y sus formas, como lo hace el pintor. Porque devenir poeta (y también pintor) es abrir la caja del misterio de los lenguajes y del sentido del objeto producido. El artista, en ese viaje –tanto zigzagueante y paciente como enigmático–, cuando cierra su obra logra un resultado que escapa a la voluntad de su subjetividad. Sin embargo, uno y otro (como leemos en las últimos versos) comparten sumergirse en el misterio del título de sus obras, que como prodigioso manto oculta su significado sin exponer el significante. La respuesta a la pregunta, que es título del poema, no conforma finalmente una conclusión: queda un vacío, una elipsis de sentido, efecto de una contracción de los pasos de la lógica.
Como aparece en algunos análisis de la poesía de O´Hara: ¿se trata de un metapoema o de una metapoiesis? ¿O cómo habría que clasificar a un poema que se desarrolla en torno al hilo del proceso creativo que van llevando a cabo un pintor y un poeta?
Al avanzar la lectura, el foco de atención se va trasladando hacia la palabra –título, tema– y se pone allí la cuestión del sentido como un secreto a descifrar por el observador o el lector; y esto se cumple en estas dos manifestaciones del arte. En la plástica, el título de la obra, asociado a un significado primero, “sardinas”, pareciera no tener relación visible con la figura pintada. En los poemas, el “naranja” se filtra en su descripción, sus valores, pero sus versos ¿dejan surgir el significante o sólo sostienen su constelación de significados? Porque según lo que va hilando O´Hara, constituye un misterio el lazo que une al título o nombre de una obra de arte con el objeto representado, como si fuera un juego tan azaroso o arbitrario como el que afirma la clásica teoría lingüística.
II
Respecto a la estructura que organiza “¿Por qué no soy pintor?”, creo que hay que considerar el proyecto artístico que O´Hara explica –de modo algo provocativo y burlón– en su manifiesto El personismo. Un manifiesto2 (“Un movimiento que acabo de fundar”, dice). Sus poemas surgen, afirma, de un diálogo posible, una respuesta amorosa a un interlocutor o un destinatario. Este discurso descarta tanto el lirismo como aspectos supuestamente teóricos o abstractos: “El poema está entre dos personas en vez de entre dos páginas”, pero apartándose de la intimidad. En realidad, muchos de los poemas de sus libros no responden estrictamente a este principio, aunque sí puede aplicarse al desarrollo del texto que comentamos, donde lo dialógico va armando, con el transcuso de los días, una secuencia de acciones y observación.
Evidentemente, este planteo ya le interesaba a O´Hara, porque en un ensayo donde analiza la obra del artista Robert Motherwell y su pertenencia al expresionismo abstracto, anota un concepto con el que vuelve al enigma del “nombrar”. Dice que los pintores de este movimiento manifestaron compromiso con la crisis interior y la del aquí y ahora, lo que explica que “la calidad a veces demoníaca o misteriosa de sus obras [se dio] a medida que se deslizaron de la imagen pintada al tema secreto”.3
Hay también un texto escrito por Frank O´Hara en colaboración con su amigo Larry Rivers llamado “¿Qué hacer con el arte?”, que expone a modo de ambicioso y extravagante decálogo pautas para el trabajo del artista plástico. La Regla N° 4 es una llamativa referencia a la cuestión enunciativa del poema que comentamos: “Si eres el tipo de persona que piensa con palabras, dedícate a pintar”.4
Como nota lateral, al considerar lo que la voz poética dice que va escribiendo sobre el “naranja”, me resulta inevitable relacionarlo con el conocido poema “Voyelles” de Rimbaud, en el cual los sonidos de las vocales se asocian a sensaciones visuales y vibraciones emocionales. Si bien el grupo de Nueva York se declaraba antiacadémico, sus lecturas y observaciones rendían culto a la poesía simbolista y surrealista, y especialmente a autores como Rimbaud y Mallarmé.
III
Otro punto a apreciar en el poema es cómo traducirlo o versionarlo. Traducir a los poetas del grupo de Nueva York no es tarea sencilla, ya que jugaban con las posibilidades expresivas y polisémicas de las palabras. “Estamos frente a un grupo de poetas que no se deja traducir”, afirma Juan F. Rivero, quien estuvo a cargo del equipo de traductores de la antología La Escuela Poética de Nueva York , coordinada por Gonzalo Torné (Ed. Alba, Barcelona, 2020). En el poema aquí comentado, hay al menos dos términos en los que podemos detenernos en este sentido: “orange” y ”poem”.
“Orange” significa tanto el color naranja como la fruta homónima. En el poema, al contar cómo redactó sus versos, O´Hara se refiere al color: “…Escribo una línea /acerca del naranja. Pronto hay toda una/ página de palabras, no de versos./Luego otra página. Debería haber/allí mucho más, no del naranja, /de palabras, de cuán terrible son el naranja/y la vida.” Pero finalmente, el título que elige para su obra es “Oranges (Naranjas)”, manteniendo la ambigüedad.
En cuanto al término “poem”, O´Hara juega con su significado de “poesía” o “poema”, y con el sentido más amplio de “composición poética”, “obra”, al decir : “My poem is finished […]. It´s twelve poems”; de ahí cómo elegí traducirlo: “Mi obra está terminada […]. Tiene doce poemas y la llamo Naranjas….”
Tanto la obra (o poema) Naranjas que el sujeto poético va escribiendo en “¿Por qué no soy pintor?”, el pintor –interlocutor del poeta en los diálogos– y la pintura aludida, Sardinas, no son ficcionales. Pero O´Hara modifica el orden temporal de los hechos reales, ya que no fueron simultáneos. Oranges. 12 Pastorals (Naranjas. 12 Pastorales) era una obra que tenía originalmente 19 poemas; había sido publicado en 1952 y creado en ocasión de una exposición de la artista Grace Hartigan (1922-2008)). El poema “¿Por qué…?”, por otra parte, fue publicado en 1956 e incluido en el catálogo de una muestra de Mike Goldberg realizada en 1963, en la Galería Tibor de Nagy.
De modo tal vez metafórico, O´Hara enfrenta en el poema dos procesos creativos: el de pintar con el de la escritura poética, en una especie de espejo. La elisión de la mención del tema no implica la supresión del título: el significado final –asertivo, enfático– se impone aunque mantenga su secreto.
Addenda para un marco temporal y espacial
Francis Russel (Frank) O´Hara nació en 1926 en Baltimore (Estado de Maryland). Murió en 1966 como consecuencia de las heridas sufridas al ser atropellado por un jeep cuando descendió de un taxi. El accidente ocurrió en las playas de Fire Island, en el Estado de Nueva York.
Su formación fue heterogénea y en parte formal: gracias a una beca especial para veteranos de guerra (había servido en distintas campañas durante la Segunda Guerra Mundial), estudió en la Universidad de Harvard literatura, arte, filosofía. También realizó estudios de Literatura en la Universidad de Michigan. En 1951 se instaló en Nueva York, y pronto comenzó a integrarse y a sobresalir en el grupo de poetas cuyas estéticas trataban de apartarse de la línea académica; también se relacionó estrechamente con variados artistas plásticos y colaboró como crítico de arte en la reconocida revista Art News.
Una primera edición de su poesía reunida apareció póstumamente: The Collected Poems of Frank O´Hara, en 1971, con prólogo de su amigo John Ashbery.
Los poemas de Frank O´Hara sobresalen por sus variados temas, con foco en el agitado flujo de la ciudad de Nueva York, y ésta, a su vez, como escenario contemporáneo de la renovada creación artística. Pero O´Hara también exhibe los menos visibles elementos intertextuales, que aparecen en un tono a veces humorístico, a veces irónico. Su poesía impacta en una primera lectura por su sencillez, el discurso coloquial, el apartamiento del registro trágico. O´Hara introduce frecuentemente a personajes que le resultan, por diferentes motivos, cercanos –amigos, actores, pintores, escultores– y los ubica en el particular plano de su discurso poético. Pero es casi imposible citar versos aislados de su obra, ya que es el desarrollo conceptual que el sujeto poético transita en el poema, lo que va encadenando los matices de su mirada, tanto de goce y alegría, como de escepticismo y frustración.
Michael Goldberg (Nueva York, 1924-2007). Artista y maestro, reconocido dentro del expresionismo abstracto, aunque su producción fue muy amplia y excedió esta clasificación. En su larga carrera, abordó obras relacionadas con el pop art, las técnicas del action painting (empleadas por artistas como Jackson Pollock –su máximo exponente–, Franz Kline y Willem de Koonimg), naturalezas muertas, collages. Su trabajo reflejó muchas veces el ritmo de la improvisación jazzística. La obra a la que alude el poema de Frank O´Hara, Sardines, se encuentra actualmente en el Museo de Arte Smithsoniano (Washington D.C.).
Larry Rivers (Nueva York, 1923-2002). Artista multifacético: escritor, pintor, dibujante, fotógrafo, músico de jazz. Se lo suele llamar el “padrino” del arte pop. Relacionó el arte abstracto con el objetivo. Amigo y colaborador de O´Hara con textos y obra plástica en varias publicaciones.
Tibor de Nagy (Hungría, 1908-Nueva York, 1994). Perseguido por la policía de la Unión Soviética, se radicó en los EE.UU. Fundó en 1950, junto a John Bernard Myers –escritor, amante del arte y titiritero–, la galería homónima, un espacio fundamental para los poetas y artistas neoyorquinos de los 50. Allí se realizaban exposiciones y editaban publicaciones corporativas que combinaban poesía y plástica, con el sello Tibor de Nagy Editions.
Lo que se conoce como Escuela de Nueva York incluyó en su primera etapa a poetas como el mismo O´Hara, John Ashbery, Kenneth Koch, James Schuyler y Barbara Guest. El nombre surgió de la antología editada por Donald Allen en 1960: The New American Poetry; tanto Ashbery como O´Hara negaron que el grupo constituyera un movimiento o tuviera una línea programática. Sin embargo, el arriba mencionado galerista John Bernard Myers confirmó, de algún modo, esta denominación para homologarla a la de los pintores expresionistas abstractos. Los poetas de la Escuela de Nueva York estaban unidos por intereses como la pintura, el surrealismo, las innovaciones musicales, y obviamente, la ciudad de residencia.
Enero, 2023