Voces de Perú - Zancada
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Voces de Perú

Textos de Mariela Dreyfus, Andrea Cabel, Virginia Benavides, Rocío Silva Santisteban, Ljudevir Hlavnikov y Victoria Guerrero-Peirano


MARIELA DREYFUS

 

DESTINY

………………………………………a J. B.

Si me tocas digo: estas son mis manos

Si me besas digo: estos son mis labios

Cuando me tengas diré

No me sueltes más.

 

*

 

ALGUIEN DICE

 

Agachar la cabeza

tirarse todo el pelo

………hacia adelante

estirar el cuello

………….la nuca

esperar la fría caricia

………….del hacha

 

*

 

OTRA VEZ EL MAR

 

1.

recuerda cómo soplaba el viento

esa madrugada

en la playa azul frente al mar azul

siente el soplido del viento

aspira el olor del arenque

tensa el cordel en la roca

………….lánzalo

el cielo ha de ser

de un magenta espléndido

 

2.

 

cordel rebosante de peces

………….horizonte

labios hinchados por la sal

la ruta de los carreteros

paralela a la marea

en el aproximarse

tu silueta y mi silueta

y más allá las ondas

aunque ardiesen después

las aguavivas

el roce sería cumplimiento

 

*

 

TRIGAL

 

………….(Vincent Van Gogh)

Vete a darle pasto al caballo más verde

………….en la cima más vasta

el acordeón   los vientos en la quena

un sombrero de fieltro se acomoda

a la forma del cráneo al caer de la tarde

en la campiña. Las vacas amarillas y flacas

soplan melodías al son del campanario

la leche adolescente y dulzona se vierte

un poco en el balde otro poco en el calzado.

Banquita de mil oficios   madera y barniz

pocillo que se oxida incluso bajo el cobertizo.

Se recoge la tela del paisaje se despliega la tela

………….y vanse reuniendo los objetos:

el calcetín del mozo azul pardo de rosa

los lazos de la joven de azabache

el cabello y el corpiño los amantes

no flotan en el cuadro   en el prado se folgan

………….al pie de los peñascos

donde la espiga sueña.

 

*

 

ECLIPSE

If He dissolve -then- there is nothing -more-

Emily Dickinson

1.

La piedra que te arrojan

………….es la primera piedra

Se atisba también

………….el primer rastro humano

Más allá de la cueva los artesanos

pulen ciertos filos cortan a ras

………….de cuchillo

………….el cristal oscuro

………….luminoso

………….de la visión

 

Ónix bruñido destellante obsidiana

………….la materia adquiere su forma

………….al compás de los astros.

 

2.

 

En el cielo a ratos muy azul otros gris claro

hay una chispa y una opacidad cada una

cromática a su modo hechicera a su modo

rotando con la precisión señalada

………….………….2:25 p.m.

………….Ahora el sol y la luna

concertarán ciertos movimientos

………….de luz y sombra

sobre la copa de un alerce florido.

 

3.

 

Desde el trazo rupestre se delinean

los mismos cuerpos celestes:

un dios antiguo y una diosa antigua

………….juegan a las horas

encienden y apagan el día

Arriba una silueta amarilla

………….cambia de círculo a medio círculo

………….a un cuarto de círculo se oculta y

………….resurge en el ballet sensual de

………….dos estrellas devorándose

………….las fauces con los dientes

Y de pronto la luna cubre al sol

………….el sol adelgaza sin remedio

es una fibra opaca apenas

………….perceptible

Se congela la atmósfera

cuando lo negro vence.

 

4.

 

La oscuridad del ego es la oscuridad del sol

una corriente subterránea que viaja

………….del ser al astro y reverbera

Suelta la energía que te ata a la tierra

y hace de tus pies dos piedras imposibles

para elevar el vuelo

En el reino de las sombras heladas

donde nada se ve y nada se toca

enciende el farol de tu cuerpo

………….peso y caos

………….Nace.

………….…..de Gravedad. Poesía reunida (1984-2024). Madrid: Libros de la Resistencia, 2024

 


 

ANDREA CABEL

 

HERMANO TARDÍO

Para Jhonatan Cabel

Eres un animal o una planta,

que vive reencarnándose siempre,

en su mismo destino

Y lo supiste,

mientras la estela de tu nombre se quedaba de pie tras la puerta

De la mano de tu madre

Levantando los brazos

Como sosteniendo un muro

Una estrella

Una luz violeta.

 

Pero,

y repito,

pero

Ninguno estuvo preparado para tanta belleza.

 

Ninguno

Siendo tu sangre o la mía, empozada en el mismo charco solo

Ninguno

como esta vertebra que me lastima

Como esta pulsión lumbar que me hace lucir la mancha amarilla de la soledad

El estigma de ser repartida en partes como polvo de duna incierta

Y el sabor amargo de mi boca persiguiendo el desgaste de mis talones

De mis manos

Y a lo lejos llega tu sombra:

………….………….………….Escueta,

………….………….………….Ligera

………….………….………….como un glóbulo rojo, seguido de otro azul,

………….………….………….como un silencio lleno de ecos

………….………….………….como el mismo brazo que está de pie

………….………….………….mientras nos miramos.

 

Tu rostro es parecido al mío

Respira cargado de curvas

Y refleja la sutileza del desamparo

 

Hermano ausente

Hermano en distintos idiomas

Tan al norte sigues siendo un animal muerto

Un destino solitario cubierto de escamas

Como la música que nos rodea

 

Hermano ausente

Tantas palabras y

sin embargo, tan solo este instante para escribir la noche

No importa más el tiempo

O la cadencia de las páginas mientras abrochas tus ojos

Mientras caminas,

Lentamente.

 

*

 

El corazón más plano de la tierra,
el corazón más seco,
me mostró su ternura.
y yo tuve vergüenza de la mía.
R. Juarroz


Palpito tal vez en un cadáver. Me trago la verdad y soy apenas un sonido,
 me dijiste un día cuando mi rostro era una espina. Entonces ampliaste tus brazos hacia el vacío,

 

y lanzaste tu cuerpo.

 

Tu caída larga como una habitación abandonada.

La velocidad cayendo contra la tristeza y la memoria,

perdiste tu nombre entonces,

y fuiste un puñado de cabellos, unas uñas, un aullido.

 

Entonces te miro: Papá tiene el rostro de un animal herido, tiene la boca cosida y una sonrisa clavada en puntos largos y constelaciones caudalosas. Papá contiene en sus manos la madera que enmarca al mundo, la que transforma en escalera de ébano, redonda y perfecta como un poema. Sus recuerdos tienen la forma de tortugas y peces, de ríos y mujeres que nacen rodeados de muros, y mueren despacio, como mis nervios mojados.

 

Y otra vez el silencio estalla, y lo nombro tiempo de pupilas abiertas, respiración de un ojo con lágrimas, caída libre de una pluma hacia la eternidad brillante. Tiempo, tiempo frente a la dureza de una vértebra blanca como el papel que se rellena frente a la muerte; tiempo, frente a un espiral amaneciendo en la bruma.  Ya no son los rostros compuestos de fibra y lenguaje.

Es la miel o la oscuridad,

el hombre rebotando contra los puntos

cardinales de su vida

y soledad.

 

*

[En breve cárcel]

 

Muera lo que deba morir; lo que me callo.
Antonio Gamoneda

 

 

Invades el camino,

De punta a punta,

Como una rueda

Y tu nombre mastica una espera

Sentada

Sobre el lomo de un erizo,

Con la mirada en la puerta,

Con tus carencias latiéndote en los ojos

Con tu esperanza en un nombre de estómago amplio

 

Y mi necesidad de salir del borde del suelo

Para olvidar tu abandono para acariciar por dentro

esta voluntad donde pende una línea

como una boca que se abre frente a la voz de un animal que llora.

 

Te encuentro entre grandes voces semejantes a la mía

Estirando los muros con latas rellenas de piedras

Cubiertas de frutas secas

dulces como el rostro de una anciana

dulces como la mordida de una tormenta

el camino bordeado de plantas de sed, de rostros muertos,

Mírame, llena de puertas cerradas

cubierta de una infancia mal curada

 

mírame frágil

 

sabiendo de mi tiempo como una habitación rota

como un colchón sumiso al tiempo

a un cuerpo solitario

nadando entre rabia

y pudor

nadando

austero

 

inválido.

 

*

 

LYRICA 500 MG.

 

Era un día de tantas lyricas, uno con luces en el cielo y sonidos comiéndose al mar.
Yo hubiera querido ser una ventana
o una letra escribiendo tu nombre en cualquier pared.
Hubiera querido ser tantas cosas,
y solo fui esta palidez inexplicable
este supuesto vientre sosteniendo el tendón de tu dedo meñique
esta supuesta llamada a media noche esperando tus dientes callados.

Mientras no estás, las casas en Craig se llenan de copos morados de papel,
copos que miran tus botas rojas
tus botas rotas pisando el frío
pisando el día que amanece al otro año
con velas y maullidos dispersos, con papeles impresos que dicen cualquier cosa.

—Tu boca y tu nariz: espacios intersectándose imprecisamente—

Quería darte la sombra de este objeto
la boca de este ojo que estalla, el cielo de este animal que te ha buscado
que se ha peinado con saliva
y que soñando con algún silbido
ha cruzado esa pista gigante, sin luz, esta pista que lleva al fin del mundo,
por donde las se

 


 

VIRGINIA BENAVIDES

 

IMÁGENES DE LA ENTERRADA

Y más he de huir de mi razón
De mi verdad bien servida
De mis brazos abrasivos
Y más he de encontrarme

 

La cruel. La que ama los rincones orillados. La victima de sí misma.

Cicatrices como lombrices vivas arrastran su fosforescencia en la memoria.

Dolor de la parturienta. Neuronas supurando detrás de la sutura.

Nacimiento de una idea abortada la víspera. La condenada y su re cuerdo

 

Muda vacía jirones de incendiadas palabras

 

Toda la soledad de ser perseguida por un rostro de trizada ave.

Toda la sensación de triturada lengua. Odas interiores que no salvan nada.

Destellos de incendio. Veladas imágenes que poseo.

Monstruosidades mías que no dan miedo.

 

Aletazos en la desesperación

 

Entrañas donde el corcel se pierde, Bosque encantado. Tan roja y cristal tus ramas, tus descensos. Todo enredado el pez boquea. Todo redada el pescador fosea. Anzuelos que tiendo mientras espero. Corcel hundiéndose en un mar de lágrimas que salpican tus hojas.

Entrañas para los perros.

 

Corazones disolviéndose en la cal de la fosa común

 

Todo es lo mismo. Oquedad de nuncas y siempres todo extremo en el centro es un despecho.

La garza o el equilibrista ciego a orillas del estanque o al filo de la cuerda.

Todo es lo mismo. Salvación del vacío: El deseo es siempre hambriento.

 

Ángeles caídos en la fuente de los deseos

 

Han llegado. Cometa o pájaro sus transfiguraciones. Rumor húmedo en el sexo, sus mutaciones. Han llegado. Tuvieron sed. Sus manos escarbaron las arenas.

Latidos de agua entre las dunas ¿han llegado?

Alas envejeciendo en la fuente riente hablan del tiempo. Las tardanzas.

 

El sonido: saltado de tímpano para la muerte

 

Come sordera. Oído al tañido desteñido. Yanta sordera.

Que liberen los golpes secos. El desliz de un cuchillo al cortar la lengua.

El rayo que incendia mi cuerpo de madera. Que respiren afonía todas las palabras. Mudanza de voces, Llanto yanta sordera

 

Marioneta catatónica besando el aire

 

Mi titiritero envejece. Se le enredan los hilos, se duerme en otro cielo, olvida cuidarme.

Muchas mañanas amanezco inerte, desesperada, mirando el cielo raso fijamente.

Cuando se habla de las palabras siempre los nudos son difíciles de desatar: Se demora el poema

 

*

 

Resana, esparce oro en las grietas del dolor y haz una sola herida de guerra que brille en tu mano con orgullo, que brille mientras esa mano escribe averías, desentierres y batalla para encontrar el lenguaje que se perdió, el niño lenguaje que corre hacia la luz en el apagón. Una vez resanada, la cicatriz será (¿)tu nueva lengua, tu túnica encendida en vestir un nuevo alfabeto sonoro, sampleo de mente que reinicia el playlist revitalizante, la sangre rojo pasión salpicando antes del baile(?)   Resana y cose la centrifuga cicatriz desde una psicopoética: una escritura para afrontar el desastre, arqueología de las cenizas o restauración de sonidos inaudibles, que se esconden y afónicos viajan en lo que la mano va tallando, roncos de indecir. Además, una escritura como puente para comprender cómo es que opera este lenguaje resanado, resemantizado, recién aterrizado luego de infragar mundos como un corredor espacial que se fondea para salvar o enterrar por fin la lengua muerta.  Un desprendimiento de alas quemadas, escritura desde las cenizas que flotan en mente como estrellas nunca avistadas. Puente colgante de palabras que se arrojan para silenciarse.

 

*

 

He cavado en todos mis recuerdos para encontrar tu mirada, Apu. No he visto sino un sol que giraba como cortadora, preciado como negro diamante inexplorado, que me hacía verte desa apareciendo, que me hacía escucharte cuando el carro pitaba en las curvas para anunciarse, Apu. Tu estar fugaz en mi sueño entrecerrado en los desvelos como penitencia para escuchar tus pasos, anuncian una metamorfosis. Transpiración y olor a mosca en las casas, cautiverio. Mi pequeño desastre es vivir sin quietud, volar entre los seres para no sucumbir, traumatorio. Y adentrarme en los espejos para retornar con el espíritu de gracia del tiro en flashback. Y así mirarte Apu, como si me quisieras

 

*

 

[“La escritura de la mente y sus bacterias”]

Si existe un proceso de aspirar la raíz nerviosa y desatar el hilo curativo, se puede empezar por negociar con las bacterias en la habitación del pánico. Por supuesto ellas serían feroces con la que, como armas, solo tiene sus palabras y sus manos con ríos de dolor y ternura irrigándolas.  Ya puede iniciarse a hablar sobre el poema o la manera de aterrizar las ideas en una fijación tipográfica o algo de toque literario que se espera de esta voz o ser performer en la guerra de bacterias que se vive:

Se llama ojos con agujas o imposibilidad de accionar las células protectoras a luchar contra las malignas.  Se llama manos orantes en el mercado de la salud donde venden su voz los que reclaman atención médica.  Se trafican los privilegios, las recomendaciones, las consultas, las operaciones.  Lo mismo en el mercado literario: las mesas de presentación, los premios, las lecturas. Se invisibiliza al que escribe en secreto poemas para ser publicados en algún exoplaneta que ningún microscopio lee. Ante ello, se articula el cuerpo performático: una fisura necesaria hacia la luz que no da tregua, cuerpo que reconoce su herida y la emite, la sangra y la cauteriza cada tanto como un mendigo de puente. Cuerpo que se entrega a la maquinaria de darse de alta o internarse, operarse o dejarse resonar con contraste para saber a qué no atenerse respecto a los que no están respirando. Cuerpo escriba en el intento de ser la voz del que lee, el que descifra y le duele, la voz del que escribe que no escribe.

Se llama pérdida, cosecha de cuerpos celestes, cama de cráter, restos de restos de una era que nunca fue. Una abdución más y te quedarás sin tiempo, susurra feérico portal.

Se llama pánico escénico, nervios enredados, disecciones que se ramifican como raíces víricas, como manos escribas en el agua, asidas

¿a qué?

(Hay cierta calma del nadador por no avistar la orilla, por flotar años luz sin puerto, por arrojarse al flujo vital de descomponerse)

Se llama material de construcción con grietas, fiesta de bacterias, invasión alienígena de imposible huida porque es como huir de tu voz. Cubículo misterioso, máquina de guerra, transbordador espacial averiado donde arreglas de por vida los desperfectos ejercitando una contención que tiembla, una pasión por quebrarlo todo

No hay calma…

Se llama… No, no se llama, no puede llamarse.

No quiere. No puede ni quiere.

Se llama.. no, no se llama. No tiene nombre ¿lo olvidaste?

No existe aquí

No es

No

Es

A veces

Quizás es

No lo sabemos

Se llama no

no se llama.  

 


 

ROCÍO SILVA SANTISTEBAN

 

EL QUEMADERO

………….Cuando uno pisa esta tierra, hunde la bota o la zapatilla en el fango: todo se encuentra húmedo a pesar del calor y solo un enjambre de árboles a lo lejos nos muestran que alguna vez hubo un bosque. Que alguna vez ese baldío lleno de moscas fue una selva. Entre Mazuco y la entrada a la comunidad de Sarayacu hay setenta kilómetros, pero ni la policía quiere llegar ni el gobernador regional pretende ejercer su jurisdicción, mucho menos el alcalde porque es tierra de nadie. El Far West en su versión descarnada y criolla con el ruido de fonde de un reggaetón en versión tropical. Ahí, en el recodo de la trocha de entrada a la comunidad, encontraron los dos cuerpos.

………….Unos dicen que el asesino fue Alex porque se la tenía jurada al Venado, Pero al tipo lo odiaban muchos, demasiados. El Venado había aparecido un día, según dicen otros, desde el fondo de las entrañas de la tierra para proteger el oro. Lo llamaron o se ofreció solo, el asunto es que, a los pocos meses, tenía un grupo de hombres armados con metralletas y vestidos de pies a cabeza con uniformes de camuflaje, montados sobre motos Pulsar, recorriendo las trochas para evitar robos. Eso fue al principio, cuando intentó ser legal. Dicen que comenzaron protegiendo a los mineros que pretendían formalizar sus lavaderos, pero, como no les dieron lo suficiente o el trabajo formal de guachimanes no alcanzaba, empezaron con los chantajes. Primero lo clásico: cobro de peajes a las camionetas 4×4 que sirven para llevar el oro a Puerto Maldonado; luego empezaron con las amenazas a las regentes de los prostibares, o les cortaban la cara a las chiquillas más bonitas para que baje la clientela. Cosas de poca monta. Después pasaron a amenazar a los mototaxistas y entonces encontraron su ruina.

………….Los mototaxistas, que llevan a la gente que trabaja en los lavaderos de un lado a otro de la Interoceánica, son un verdadero tumulto de espaldas sudadas, ruidos apretados de motores que no jalan por tanto esfuerzo, y chicos entrenados en golpes y peleas cuerpo contra cuerpo. Todos jóvenes, todos mestizos con padres ayacuchanos o puneños y madres matisguengas, todos erguidos sobre sus motores, todos músculos formados bajo el sol y la lluvia amazónica, todos hartos de ser subalternos en un mundo de pepitas de oro, todos fuertes, todos chamba.

………….Full chamba: desde el amanecer a la hora azul hasta bien entrada la noche, cuando la lucecita del mototaxi no alumbra ni la llanta delantera y los ruidos de la fauna junto a la trocha le meten miedo a cualquiera. Los mototaxistas en una asamblea de todos los comités de la zona decidieron no dejarse chantajear por el Venado y su gente, entonces les opusieron resistencia, no con la policía y sus funcionarios corruptos, sino con la mano pelada, la bala en el ojo, el golpe que avisa: la ley de la selva.

………….Pero de pronto comenzaron a desaparecer.
………….Uno a uno, todos aquellos que se levantaron contra el Venado; aquellos que le mentaron la madre; que lo amenazaron con denuncias ante la fiscalía. La mayoría chiquillos, sin fama ni fortuna, que gastaban sus míseras monedas en los cuerpos mestizos y dulces de las chiquillas de los prostibares.

………….El padre de uno de ellos, Alex, dueño de camiones que transportan fruta y oro, según como asiente el negocio, decidió sobornar a dos policías para que encuentren al hijo. Los policías sabían perfectamente de la existencia de El Quemadero y decidieron, por unos cuantos billetes más, llevar al padre y a los hermanos del difunto a buscarlo en ese amasijo de negrura, rabia y olor a chicharrón quemado. Uno de los hermanos, aquel que lo acompañaba a las pichanguitas, encontró una gorra y dos zapatos junto a un montículo de cenizas calientes, donde se pudo distinguir un fragmento de una tibia. Los policías, prolijos para la coima, le ofrecieron a Alex traer a un médico legista y hacer carísimas pruebas de ADN en la capital. “¿Para qué?”, dijo el papá en voz alta, cuando el menor de los chicos lloraba abrazado a la gorrita de Speedo (falsa) y los dos zapatos marrones. La familia, y especialmente Alex, aguantando la rabia en la mandíbula, pudieron dar cuenta de que, en efecto, era el joven mototaxista de sobrenombre La Pulga, porque, como el jugador de fútbol argentino, también el difunto sabía parar su bola. El padre lloró sin lágrimas y juró venganza. Miró con resentimiento hacia la zona de la carretera Interoceánica y les propuso a los policías un pequeño negocio. A los hombres les pareció que era demasiado. Pero el padre subió generosamente la tarifa y los tipos solo movieron la cabeza resignándose al billete por encima de cualquier escrúpulo.

………….En toda la zona de Mazuco la fama de El Venado corría como el agua desde las cabeceras de cuenca. Le tenían miedo. Los mototaxistas sabían perfectamente que era él … pero nadie, ni por asomo, se atrevía a levantar la voz y menos las armas de fuego. Todos supieron que le gustaba cortar los dedos anulares de la mano derecha de sus víctimas y guardarlos en una galonera con formol … para ir contando, decía. Cuando llenó dos galoneras conoció a Marleny y las ocultó para que la chiquilla, que venía desde Quillabamba, en el Cusco, no lo rechazará por su obsesiva precisión. Los dedos agrupados como en racimos parecían frutas maceradas en licor: solo cuando alguien se acercaba a las galoneras colocadas junto a las motos Pulsar, podía entender la medida de esa crueldad. Podía horrorizarse.

………….El Venado era cetrino, de piernas musculosas pero flaco, con un tatuaje inmenso en la espalda. Ágil como una serpiente. Hablaba un idioma que nadie entendía, quizás del otro lado de la frontera. Días después, lo que hizo el Venado para que Marleny se dejara hurgar entre las piernas fue regalarle un anillo de oro que, precisamente, le colocó en el dedo anular de la mano derecha. A ella le gustó y esa misma noche engendraron a su única hija.

………….La bebita creció como un animalito corriendo traviesa entre el polvillo del estacionamiento de motos y las casas del viejo japonés que le dio el nombre al poblado. Estaban abandonadas desde mediados de los años 70, y aún con la pintura desconchada podía reconocerse el lujo que alguna vez ofrecieron a los pocos madereros que se arriesgaban por esas zonas de Inambari. La niña crecía gordita, con los cachetitos redondos y colorados, era muy hábil para hablar y la abuela, una mujer quechua, le intentó enseñar a decir “tengo cuatro años” -aunque solo tenía tres- pero ella solo repetía tawa, tawa, tawa jugando con los sonidos. Marleny, que nunca terminó la primaria, juró por su vida que Kusi estudiaría hasta quinto de secundaria y que nunca, pero nunca, sería solo una empleada doméstica como ella lo fue cuando era niña. Al Venado no le importaba mucho el futuro de nadie, ni siquiera de su propia hija. Sí le gustaba que la niña pusiera su manito abierta en su mejilla diciéndole “papá raspa, papá raspa”. Era un juego que lo divertía y lo volvía a la cordura por fracciones de segundos.

………….De vez en cuando Alex, desde su camión Caterpillar del que se sentía orgulloso, le echaba una mirada a Marleny y a la bebita. Las miraba con cierta penumbra en los ojos, pensando también en esos años en que crió a su hijo junto a la abuela -la mujer se había escapado con un talador ilegal dejándolo con cuatro pequeños, uno de ellos aun lactando la leche materna-. Alex era un padrazo, se sentía orgulloso de eso, y todo Mazuco lo sabía: le había comprado a cada uno de los hijos un Bajay para que pusieran su propio negocio, formaran una familia y se hiciera a la vida; al último, al pequeño, le quería enseñar a manejar y sacar licencia A3 para que pueda continuar con el negocio. Él no se metía con nadie; llevaba lo que le pedían de un lado a otro y no preguntaba: madera cortada a la mala, oro mezclado con arsénico, chiquillas engañadas con el cuento del trabajo fácil sin papeles, y hasta fruta porque de vez en cuando era bueno hacer algo legal. Solo los viernes tomaba hasta emborracharse en uno de los prostibares, pero nunca, jamás, dejó de cumplir con los viajes, los encargos, los trabajos. Lo tenían por leal y por un tipo simple.

………….Pero el asesinato del segundo de sus hijos le nubló el entendimiento.
………….Jamás se acercó mucho al Venado, solo le seguía los pasos a lo lejos, mirando, observando las ruinas, las formas de acompañar a la gente, dónde guardaba las armas, dónde se escapaba para llenarse el cerebro de coca. Por supuesto que también vigilaba a Marleny y a la bebita, a veces ella se daba cuenta, lo saludaba de lejos amablemente. Él siempre contestaba. No tomaba apuntes ni en un cuaderno ni en su teléfono, sino que memorizaba exactamente todos los pasos y, por las noches, dateaba los detalles a los dos tombos de la comisaría. No confiaba en ellos. Sabía que por la plata le harían el trabajo, aunque sea de lejos y con fusiles Galil de reglamento. Ahí esos detalles no importaban: los muertos quedaban en el camino y los fiscales jamás se atrevían a ir en contra del statu quo.

………….Pero no pudieron matar al Venado.
………….El día que lo habían planeado fueron arrasados por las circunstancias. El Venado y un grupo de cincuenta hombres entraron a un lavadero cerca de La Pampa. Se produjo una trifulca, balazos de ida y vuelta, y la muerte de un comunero. Llegó el Ejército en dos camiones portatropas y los policías tuvieron que ponerse a buen recaudo y “facilitar” la labor de los interdictores. Les reventaba tener que dejarse mandar por individuos que ni siquiera conocían la carretera, pero cuando se establecen zonas de emergencia, el Ejército queda al mando y la Policía solo son segundones que deben de estar a las órdenes de los otros. Pero no querían quedarse sin lo ofrecido por Alex, que no era tanto ni poco, y regresaron a Mazuco para pensar un plan alternativo. Marleny era más fácil, por supuesto.

………….Solo tuvieron que reglarla un par de días y decidieron que el fin de semana la interceptarían en la zona cerca a El Quemadero, cuando regresara del mercado. Sin embargo, ese día la estuvo siguiendo el Venado por unos celos tremendos que le había despertado saber que Marleny coqueteaba con un promotor de cultivos alternativos del gobierno local. Cuando los policías se acercaron para pararla, el hombre se preocupó; los celos bajaron a nivel subcero, atizó la velocidad de la moto y afinó la mirada. Apenas los policías se le acercaron, le hablaron a gritos tratando de imponer una autoridad absurda. Ella les contestó desafiante. Marleny era delgada, tenía unas cejas muy ralas y una cabellera frondosa que caía como una tremenda cascada nocturna. Ellos la golpearon, le jalaron del cabello e intentaron apretarle los senos. Pero el Venado ya había sacado la Beretta. Dos cartuchos 9 mm Parabelum cayeron a la pista. Luego los pesados cuerpos enfundados en sus uniformes verdes. Marleny se acercó llorando al marido, se subió a la volada a la moto Pulsar, y escaparon a plena luz del día. Nadie vio nada y si alguien lo hizo jamás iba a reconocerlo, ni en la comisaría ni en la fiscalía y menos en el juzgado.

………….Alex se desesperó: les había adelantado parte del pago y ya no tenía para sobornar a más policías cutreros. No había forma de matar al maldito Venado ni de acercarse a la mujer o a la hija. Entonces decidió que lo iba a hacer él mismo. Por las noches daba mil vueltas sobre la hamaca que le servía de cama, se enredaba en sus planes y pensamientos hasta el amanecer, cuando se dormía por algunos minutos, hasta que los mosquitos cargados de dengue lo despertaban. No quería hacerlo, pero era un mandato, un deber. Por la memoria de La Pulga, le debía un último esfuerzo por no dejar al miserable Venado salirse con la suya.

………….Así estuvo siguiendo a Marleny obsesivamente… no como los días anteriores, sino con todo un programa, con apuntes, mirando la hora, calculando las distancias, esperando agazapado, observando con detenimiento todos los movimientos de la mujer del Venado. Sabía que el hombre la recogía del mercado en diferentes horarios, pero los jueves repetía la hora, porque por la tarde, después de una siesta larga, se perdía por la zona de Sarayaku en algún extraño negocio. Decidió que sería un jueves.

………….No calculó que el último de sus hijos, el mocoso que lloró al hermano, se enteraría del plan, lo seguiría ese jueves y lo descubriría, contando los pasos por la trocha a Mazuko. Lo confrontó. Era el menor, y el padre, que le enseñó a manejar camiones para que pueda ser el heredero de su empresa, le tenía demasiado cariño. No podía contradecirlo en nada. El muchacho le prohibió terminantemente que haga cualquier acción y le juró, apretando la gorra de Speedo, que él se encargaría de todo.

………….Absolutamente todo resultó mal.
………….Porque el hermano menor de La Pulga era apenas un chiquillo que no podía organizar un plan de ataque, menos un plan para asesinar al peor asesino que había pisado una vez la tierra húmeda de la Amazonía. La noche en que, con otros tres mototaxistas, intentaron atacarlo, no encontraron al Venado sino a Marleny con Kusi en la casa, y a otra muchacha, jovencísima, recién llegada de Quillabamba. Las chicas intentaron cargar una Luger cuando sintieron que varias personas rodeaban la casa, pero no sabían disparar ni cargar la cacerina. Los hombres rompieron la puerta y entraron gritando, insultando. Marleny, nuevamente desafiante, los amenazó, les dijo que el Venado los mataría. Pero cambió su amenaza a una súplica entre llantos, cuando vio que los cuatro desnudaban a la joven quillabambina y la obligaban a hacer sus cochinadas. Se dio cuenta de que uno de ellos era el hermano menor de la Pulga, ese muchacho que tantas veces le había hecho el servicio de mototaxi, desde el mercado al otro lado del pueblo, y se arrodilló a suplicarle. Marleny vio entonces que el joven se acercaba a Kusi y se bajaba el pantalón. El grito de la madre hizo temblar a todos y también soltar el gatillo de la pistola que llevaba el muchacho, dejando una marca negra sobre la oreja derecha de la bebita. La respiración de Marleny se volvió un veneno de dolor metido en el pecho como un machete de doble filo. El corazón reventaba en las sienes y en las orejas. “Mátame”, gritó, pero el disparo a quemarropa no la dejó terminar la otra palabra que iba a pronunciar para maldecirlo.

………….Al día siguiente fue el propio Alex quien encontró el cuerpo de Marleny. Estaba yerta al costado de un tronco de capirona, le habían echado encima unas cañas de bambú, llevaba un pantaloncito azul y sus dos sandalias perfectamente calzadas. Kusi yacía a su lado, como abrazándola, con un pantaloncito de mariposas rojas, parecía dormida si no hubiera sido por las moscas que entraban entre sus labios, sus fosas nasales, las orejitas.

………….………….………….de El Quemadero. Cuentos reunidos, Lima, Cocodrilo ediciones, 2023

 


 

LJUDEVIR HLAVNIKOV

 

IV

estanque y cierzo

                                    la neblina retirada hace unos días

                                        mi corazón se ha escondido

picando su viruta

                                                                                                  alguien

                    le ofrece una extraña densa melodía

                                                        pálido acecho de trizadura

gutural

                                            la armadura disuelta del saurio

                              que cesantes aguas han velado

                    empieza la noche

                                                  no la misma

el canto de los grillos se vuelve a mí

                                                                  un látigo de grave escarcha

                    renueva

el vértigo

              una y otra vez

                                  a la carne ya madura

  en dos

                              las higueras

los ánades zarpan del extraño muelle

                                                          hasta el universo

                                                              descansa en un murmullo de arena

  no he hallado claridad

                                                          tampoco detrás del silencio

sólo la sal insomne de mis manos

                                alguien contempla

                                                                                  desvalido el tropo

para evocar el estaño nocturno

                        fábula de langostas tañe el cirro de fija maroma

                                                                                      su bondad ha partido

            qué lisonjera melodía me acompaña

                                                                                 repite

            mi corazón a solas

                                            en lo alto de la colina

crujen los sauces

                                 alguien duerme

                                no en verde sino en extraordinario bemol

pero sobre estas tierras despierto

                                            postal sin desmenuzarse

yo el convidado

                                    o la ceniza

                     tensa roña

                                              brota del par

                                        todo lo que toco me parece triste

cada cuando pienso en ti

                                                  acude el duro testamento

                  de quedar inútilmente solo

                                            no sé vivir

no sé tener un deseo

                                                         cada uno cae el murmullo

          imaginario

                              en su garabato

ha rozado el clemátide

                                        dándole coces a cuencas vacías

                                          hubiera dispuesto mi cabaña

                                                                                    no sobrevivir así

          en la puerta de jade

                                          alguien se ha perdido

posee la claridad del agua

                      el flemático dromedario

                                     comienza la nevada

rama en rama

                      precipita la aguja a la visión de abril

inútil canto el de los grillos

                                            todo olvido será ahora

                                                                                  antes de ti

ninguna muralla

                        declina el resplandor que señalan todos los vientos

                                                            crujen los sauces

              en lo alto de la colina

            maderamen hacia el estribo postrero

                                                                    inhumano papilar

evitaré mil años de incertidumbre

                                    tras recorrer mil años nadie regresa

                                            cada fiesta hace crecer la eternidad

o la frontera aprendida sin prisa

ningún deseo de arreglar mi vida

                    ni despedir el sensitivo paso de las aguas

voy a quedarme

                    alguien lleva leña a su hogar

                                      no hay nadie

  junto al despojo de nuestros rastros

                                  por eso al borde de la neblina

tu recuerdo alberga mi desesperación

                                colinas murallas estanques

                                en calma y abandonando el loto

atado a la deriva

            desconoce la inmortalidad que encona la lonja desolada

                        el viento de las colinas

acaso

          el canto de los grillos no ha sido para mí

                                            aunque he estado solo mucho tiempo

reflejado en este resplandor

                                        las hojas de los sauces se separan

cada cual sigue su rústica batalla con la escarcha

                                                                                no me inquieto

                                          no hay más explicaciones

prendido el halo las obsidianas

                          disipando la espada de los bárbaros

ninguna noche queda por recuperar

                          la colina

                                          se envuelve de un suave arrullo

y devuelvo tu postal

                    a los ciervos

                                          ahí termina toda ternura

  mil años

alguien se desposa con las llamas de la nieve

                                                                prematura cada vez mi infancia

no he de seguir al alacrán

                    aunque en la extensión del hielo

la migaja lave con otra ceniza su trino

              y la prisa de la hierba

ensaye otra forma de estar

y persista

            en movimiento el que sabe volver

                              y tejer sus nudos

o el polen la urea

                                        o sino granizo

esquirla de luz breve

                        y empiece sin remedio

                                                        el puro desconcierto

                que huye y nos medita

                                                  de El último día de Émile Borel (inédito)

*

Empacas frente a la salida del tren En Occidente

tus cartas han de volar erizando cielos Geometrías

sin universo Algunas frases de tercera mano gara

batos próximos a una figura semejante te cuentan E

l domingo es un día que se hizo para los regalos y

los vencimientos Una hoja seca se imprime con tu

oxígeno La raíz del elemento se forja del mismo ma

terial Empacas frente a la salida del tren Un ba

rrio oriental cerca del orbe Desde cuándo Para c

uándo El instante nunca sobre la línea Rutina mi

entras el itinerario Habría que vivir este lugar e

n el desierto la calamidad de la calle el patio en

blanco y sin piedad del verano la acequia de tu ca

sa la tarde nueva y menguante de tu casa Y perder

la apuesta Morirse solo sin soledad

de Antípodas (inédito)

 


 

VICTORIA GUERRERO-PEIRANO

 

MI GATO

Detrás de los ojos de mi gato hay otra mirada

Lo sé porque he aprendido a mirar por dentro

Esos faroles se iluminan por las noches

cuando se lanza sobre mí

y berrea hasta que me levante a darle de comer

Todos los gatos llevan una partícula del diablo en ellos

Y yo como una muerta viviente veo las noticias en las redes

sociales a las 3 am.

Él quiere que vele sus sueños una y

otra vez

A veces lo contemplo

Y él me mira de vuelta

Entonces sospecho que es el diablo que quiere visitarme

                                                    otra vez

Insiste en meterse en mi cama

Todo el día está yendo y viniendo

Como un condenado

Apartando citas para mí

El gato cuyo centro es sí mismo

Está a mi lado mientras la máquina

avanza y retrocede

Cierro los ojos y una voz

en off dice que puedo vestirme

Mientras lo hago

Su maullido silencioso es la mueca

de una gran risotada

Inédito

*

 

YO

Yo, Victoria Guerrero, coronada de espinas,

hincada en una silla cada 21 días,

una palabra me embiste cerca del corazón.

De modo que razón y corazón se hacen menos amargos.

En un cuarto paralelo, alguien lleva una foto mía prendida

en el pecho y cada cierto tiempo la maldice y la

oscurece con un alfiler del costurero de su madre.

Mientras más maldice, más coronada reinas en la noche. Lo sabes.

“Yo, Victoria, etc”, oigo por ti el silencio metálico de los instrumentos

esterilizados hace unos instantes.

Batas blancas y verdeagua se pasean delante tuyo.

La lengua sabe a plata recién labrada

Las cejas amanecen desmigajadas

Y las cabezas caminan descubiertas

Con el significado

huyendo

de

 

*

AUTORRETRATO (CON EX MARIDOS)

Vienen a pedir consuelo

Vienen a catch up

Vienen a hablar del presente y a reírse del pasado

(el pasado está olvidado —dicen, ja)

Vienen a comentar el estado del tiempo

Vienen a alabar la belleza de su poesía

Vienen a traer flores

Vienen a vestirse de luto

Vienen a llorar sus vidas

Vienen a hablar de sus hijos

A teorizar sobre la pobreza, el arte y el capital

A incendiar la pradera

(eso afirman)

Y todo lo dicen en dos idiomas

(por si sí o por si no)

Y agitan sus manos

Vienen y se duelen y se conduelen de sí mismos

Maldicen a la nueva poesía

Maldicen a los santos de la literatura transnacional

y hacen metáforas y símiles y aliteraciones

y hurgan

y escarban

y me revuelven

 

*

 

JO HOPPER

Una mujer sentada frente a una taza de café en 1927

No es muy diferente a una mujer sentada frente a una taza de café hoy

Ambas están solas. Una mirando el café. La otra, la pantalla.

Persiguen un conocimiento no revelado para ellas.

Sospechan que algo les fue arrebatado hace mucho.

Si especulamos un poco más, puede que sus camaradas hayan gritado

consignas en favor

de la revolución

Ese mito que solo fue para ellos

Para nosotras, un balazo en la frente

y seguir adelante

Por eso olvidamos a Jo, la esposa de Ed

Edward Hopper

Ese pintor de la soledad norteamericana

Ese pintor de las mujeres con una taza de café al frente

Frente a ventanas o sentadas en sus habitaciones

Jo, su modelo

Su agente, su voz

Nadie recuerda que alguna vez fue pintora

Escribió:

¿Qué ha sido de mi mundo?

Se ha evaporado. 

Solo me muevo penosamente alrededor de Eddie

de Diario de una costurera proletaria, 2019

 

LA CASA ROJA

 

La casa roja es un poema:

                                        Tuve un esposo que se fue a la guerra

Trajo cosas de ella

Cosas antiguas de un saqueo

Entre ellas un libro de Anna

Anna Ajmátova

Todo estaba en ruso

Él sabía ruso

Era la época

Todos querían estar en la guerrilla

Escribir poemas

Hacer una película Irse a Moscú

Yo no hice ninguno

Bueno a veces escribía poemas

Pero me fui a los Estados Unidos

A Nueva Inglaterra

Con gran culpa después de todo

En las calles de mi juventud

Las paredes decían “Yankees go home”

Esa era la consigna

El inglés machacado a la fuerza

El francés fue mi lengua

El uniforme gris de escuela mi traje de batalla

Y los sueños de la Comuna mi bandera

No hice la guerra

Ni aprendí ruso ni llegué a Moscú

Pero leí a Anna Ajmátova

Hablaban francés en San Petersburgo

Ciudad de derroche y refinamiento

Allí empezó la revolución

Allí me perdí con Roxana en la estación del metro

De camino a la casa de Dostoievski

(El alfabeto cirílico me mareaba)

La familia de Anna fue perseguida

Asesinado su esposo

Se pasaba horas al pie de la cárcel

Para visitar a su hijo en Leningrado

Igual le pasó a Marina

Marina Tsvietáieva

Los hijos muertos

El esposo deportado

Yo escribo ahora después de un siglo

La poesía ha muerto

Mi esposo ha muerto

Y la casa roja está llena de cosas antiguas

Objetos de guerra

Objetos de vida & poesía

Mi inglés es absurdo

Y los dueños del mundo ya no nos temen

 

*

 

ROMPECABEZAS DE MÍ

 

Casi todas las personas viven la vida en una silenciosa desesperación. 

Thoreau

Soy la misma chica tímida

Que se fue a los bosques

Para convertirse en una mujer simple

Soy la misma chica que viajó a Berlín no sé cuántas veces

Y bebía tragos en el Morgenrot

La que quiso una mañana roja

Y se despertaba con mañanas grises

La que se dormía todo el invierno nórdico

Y despertaba con la noche

Soy la misma chica que no sabía follar a los 20

Se hizo buscona a los 30

Y operaria docente a los 40

En el camino escribía poemas

Algunos me los tragué       Otros los quemé

Dejé todas mis cosas o me llené de ellas

Y me fui a los bosques

Para aplacar la desesperación

Me convertí en una mujer elemental

Vestida con simpleza

Hablaba con un lenguaje sencillo rudimentario

limitado a mis necesidades

Mi comida era frugal

—-Nunca supe cocinar

Mis hombres lo hacían por mí—-

Mataba el tiempo bordando

Día y noche bordaba mi ropa hasta agotarme

Me interné en la espesura del follaje

Me daba miedo oír el grito de algún animal

Pero más miedo el susurro del hombre que decía amarme

Cuando pasaba por los cementerios

Me inquietaba

Volvía el rostro hacia otro lado

El bosque era profundo

Extremadamente negro y profundo

Metía un brazo y alguien me jalaba

Cogía un lapicero y alguien más escribía por mí

Era inútil pensar que podría sanar

Era inútil pensar que una palabra dicha al azar

Hablaría por mí

Me interné en el bosque

Con mis dos manos de muchacha estudiosa abrí camino

Y mi cuerpo entero (o lo que me quedaba de sagrado en él)

Lo entregué como una ofrenda

Debía dejar de ser la chica que era

La muchacha aquella sentada en el Morgenrot

La muchacha que paseaba libros debía morir

La maté sin culpa

En el camino visto antes en el mapa

Marqué tu aldea como me habías dicho

Lo dejé todo para internarme en el cerrado follaje

Pero no encontré tu casa

Solo hallé poemas

Inútiles reliquias de una escritura en otro tiempo soñada

 

*

 

UN ARTE DE LA POBREZA

 

Mientras afuera la rana canta

Emily me dicta un Arte

Un arte de la pobreza

Una de sus reglas es ser Nadie

Alejarse del frío derroche y la adulación

No es fácil ser Nadie

Toda la vida nos enseñan a ser Alguien

Pronto las generaciones jóvenes vienen y nos arrasan

Y pasamos a ser Algo

Y luego Nada

Un arte de la pobreza

Requiere aprender a ser Nadie

Ser austero en un mundo de vanidades

Mientras afuera viejos hombres sabios

Y chicas listas

Pretenden seducirme

Emily me dicta un Arte

Un arte de la pobreza

Yo solo me siento y copio sus palabras

de En un mundo de abdicaciones, 2016

 

1-02

 

Hoy le corté el pelo a mi hermana

Su cabello caía como grandes lágrimas sobre el zócalo frío

Lo barrí y lo tiré a la basura

Tanto pelo muerto cubría mis sueños

Soñé un día con el pelo muerto                         Otra vez unía sus hebras

Cada una se juntaba y me demandaba respuestas a mi triste hazaña

Yo permanecía muda-quieta

El pelo muerto insistía: ¿Estás allí? ¿Por qué me mutilaste?

Recogía el cabello y el rostro de mi hermana aparecía flotando a la distancia

¿Por qué arrojaste mis cabellos a la bolsa de basura?

La cabellera me exigía alimento también agua abundante agua

Pero mis manos estaban cosidas                     No podía dar de beber

Mis piernas no daban un brinco                     No podía buscar

Y mis senos estaban secos                         No podía dar de lactar

Yo estaba más tiesa que aquel pelo muerto que corté

O yo estaba más muerta o quizá ya había muerto y no lo sabía

Mi hermana sintió piedad de mí de mi silencio

Calmó a la cabellera

Le habló con voz dulce como si fuera una hija pequeña

Le exigió que descansara                 que durmiera en mi sueño

En suma               que no jodiera

Después de todo qué es una madre si no dice estas cosas

Yo he de aprender por ella lo que hace una madre

Yo he de imitar a mi hermana para poder ser su madre

¿Soy la madre o imito a la madre?

Quizá solo ejerzo la maternidad como un remedo casi un chiste

Pues no tengo ningún hijo que legitime mi condición de parturienta

¿Qué hacer?

Todo lo que escribo se reduce a dos o tres palabras

Madre Hija Hermana

Es una trilogía no prevista por el Psicoanálisis

Mi hermana-hija

Mi hija-hermana

Aparece en mis sueños

Es real y me mira con ojos lastimeros:

¿Por qué botaste mis cabellos al tacho de basura?

de Cuadernos de Quimioterapia (Contra la poesía), 2012